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17 Sep Málaga

La pócima aún no da para más (1-1)


El Málaga, con dos caras muy distintas en cada parte, consigue un empate ante el Rayo tras marcar Cifu en la primera mitad e igualar Embarba en la segunda

 

José Criado
Fotos: LaLiga

 

El Málaga da para lo que da: pelea, ofrece destellos por momentos de buen fútbol, pero la pócima de Víctor con sus chicos no tiene más recorrido. El técnico madrileño alecciona a su tropa, la mima, la “bunkeriza” del ruido exterior y la motiva. Pero el elixir del éxito no tiene todos los ingredientes necesarios y su duración es escasa. El patrón vuelve a repetirse una jornada más, esta vez ante el Rayo Vallecano y en una Rosaleda que ya suma tres sinsabores. Demasiados para su respuesta encomiable.

 

Hay poco futbolísticamente que achacarle al Málaga más allá de la duración de su gasolina y de su blandeza en los tramos finales. A buen seguro que será un problema que se podrá solucionar con el tiempo, con el poso del campeonato y con el olvido de esta pretemporada improvisada que se ha generado desde el cierre del mercado. Pero de una forma o de otra, los resultados se resisten y ahora los ojos miran más hacia abajo de la clasificación que hacia arriba.

 

El Málaga tiene los elementos escasos para formar un todo, pero puede agarrarse a un buen bloque para ser competitivo. Fruto de ello completó un buen arranque de partido donde mostró su ímpetu, su fortaleza y su calidad. Luchó por doblegar al Rayo, que por supuesto tiene más presupuesto y está llamado a luchar por el ascenso. Pero después volvió a ser preso de sus miedos. Como le sucedió ante Las Palmas. O ante el Mirandés. Se dejó empatar y perdió una magnífica ocasión para presentar candidatura a no se sabe muy bien qué, pero desde luego que a algo más que a luchar por no descender, como ahora está etiquetado.

 

Esta jornada intersemanal llegó a pie cambiado. No demasiado ambiente en La Rosaleda. Horario prematuro y aparentes poco alicientes futbolísticos tras las últimas puestas en escena. Pero el Málaga lucha también contra el tedio blanquiazul. Saltó al césped con bríos renovados, con la intención de enterrar el partido del sábado con el Mirandés, el de una semana antes con el Almería o incluso los últimos tres meses de su historia. Sigue siendo encomiable que este equipo compita con ese pundonor y esa verdad jornada tras jornada, más allá de los resultados.

 

Y parece que esa salida intensa pilló a pie cambiado al Rayo. Sorprendió el equipo de Víctor al de Jémez. Y fruto de ello llegó el primer gol. Un robo en el centro del campo, salida rápida con Juanpi, Sadiku y Adrián, y el madrileño que pone al segundo palo para que llegue Cifu como un cohete para fusilar a Alberto. Iban sólo siete minutos, pero era gloria bendita.

 

Mantener ese ritmo todo el partido iba a parecer misión casi imposible y el Rayo lo supo y comenzó a estirarse. Se adueñó del centro del campo y comenzó a carburar. Rápido, móvil y amenazante. Embarba tomó las riendas del ataque y sumó dos ocasiones de peligro seguidas. Encendió las alarmas malaguistas.

 

Pero el Málaga tenía gasolina para reaccionar. Y entonces comenzó un intercambio de golpes que sería el prólogo de lo que acabaría sucediendo. Juanpi lo intentó de vaselina (24'). Y Munir tuvo que esforzarse con un paradón a tiro cruzado del malagueño Pozo (28'). Juankar se plantó delante del meta rival, pero con disparo sin fortuna (39'). Y la primera mitad se cerró con un tiro alto de Sadiku tras pase dentro del área de Adrián. El Málaga se marchaba ganando, pero merecía que su renta fuera mayor.

 

El paso por vestuarios igualó fuerzas e incluso las desniveló hacia el lado rayista. Porque el Málaga fue como la noche tras mostrarse como el día en los primeros 45 minutos. Puede que fuera también mérito del rival, pero la realidad es que el conjunto de Víctor se sentía incómodo sobre el césped. Llegaba tarde al corte, a las segundas jugadas e incluso a cerrar las acometidas rivales.

 

Bebé cambió el partido. Fue un puñal por su banda y un cañón amenazante desde fuera del área. Recién entrado, envió un disparo potente al palo nada más comenzar el segundo asalto. Y poco después fue Embarba el que empujó a la red un centro desde la izquierda de Saúl (54') para poner el empate. El Málaga estaba superado y Víctor lo sabía. El centro del campo estaba perdido y arriba ya no había frescura ni osadía. Sólo quedaba achicar balones y aguantar el tipo, aunque aún quedaba un mundo.

 

Cambió entonces el dibujo el técnico blanquiazul. Pasó del 5-3-2 al 4-4-2. Quitó a Lombán e hizo debutar a Lorenzo González. Y recuperó yardas. Pocas, porque Alberto fue casi un espectador más, pero al menos avisó al área rival.

 

Munir aún tuvo que esforzarse algo más en un disparo escorado de Ulloa al palo y en otro tiro lejano y potente de Bebé. Pero el partido agonizó en el área malaguista y con la afición pidiendo la hora, aunque sin más cambios. Fue, en cualquier caso, sintomático de cómo se encuentra ahora el Málaga: que pelea con uñas y dientes un empate ante el Rayo. Es lo que hay... al menos de momento.

 

FICHA TÉCNICA:

 

MÁLAGA CF: Munir; Cifu, Lombán (Lorenzo González, 63'), Luis Hernández, Diego González; Juanpi, Keidi Bare, Benkhemassa (Boulahroud, 66'), Juankar; Sadiku (Hugo Vallejo, 84') y Adrián.

RAYO VALLECANO: Alberto; Advíncula, Saveljilch, Milic (Catena, 69'), Saúl; Mario Suárez; Embarba, Trejo, Pozo (Óscar Valentín, 79'), Andrés Martín (Bebé, 46'); y Ulloa.

GOLES: 1-0 (7'): Cifu. 1-1 (54'): Embarba

ÁRBITRO: Isidro Díaz de Mera (Colegio castellano-manchego). Mostró tarjetas amarillas a Juanpi (60'); Sadiku (66'); Embarba (75'); Ulloa (85')

INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 6 de la Liga SmartBank. Estadio de La Rosaleda ante 13.616 espectadores.

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