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28 Jun Málaga

Darío Silva, un tipo valiente


Arturo Daudén Ibáñez / Ex-arbitro de fútbol Internacional, temporadas en 1a div. 94/95.-08/09 / @daudenibanez

Nunca protestaba, a veces te miraba de ese modo que te queda todo absolutamente claro, pero tenía la capacidad de revolucionar y desestabilizar al equipo contrario hasta el punto de arruinarte el arbitraje. Además de no arrugarse con los defensas, siempre aprovechaba “que había pasado por allí” para dejar la pierna o el codo marcando su territorio. Cuando lograba convertirse en la diana de los contrarios ya había logrado su objetivo, al más puro estilo Diego Costa.

En un Valencia – Málaga , en vísperas de la Navidad del 2001, iba a tener enfrente a Roberto Fabían Ayala, un magnífico defensa y otro príncipe de las caricias. Un uruguayo frente a un argentino, noche de tormenta a la vista. Era el Valencia de Benitez, Cañizares, Carboni, Djukic, Albelda, Baraja, Aimar, Rufete, Vicente..; y el Málaga de Peiró, Contreras, Josemi, Sanz, Roteta, Romero, Sandro, Dely Valdés, Musampa… En el hotel había comentado con mis compañeros que debíamos estar muy atentos a esta pareja, que en cualquier momento nos la podían liar. En el min. 14 Darío ya les había colocado un gol (O-1) y la tensión iba creciendo.

Tras el lanzamiento de un corner, se me acercó corriendo Ayala, completamente enfurecido, con sangre en los labios y señalando a Darío Silva. Era evidente que ya se habían “saludado”. Miré a Darío y puso la típica cara de chico bueno con expresión de “ a mí no mires que yo no he hecho nada”. Nada podía hacer, ni yo ni los asistentes habíamos visto la agresión. A partir de ese momento, tarjetas para Salva, Romero, Sandro y Ayala; la primera parte acabó 2-1 y muy calentita. Mediada la 2ª parte , en el centro del campo, se me acercó Darío Silva y, muy tranquilo, me dijo: “mira…”, abrió la mano y me enseñó un diente, llevaba sangre en la boca, pero no dijo nada más.

Era evidente que la vendetta de Ayala se había cumplido. Tampoco nos enteramos. A partir de ese momento, tarjetas para Albelda, y el propio Darío, además de la expulsión de Musampa por referirse con cariño a la madre de uno de los árbitros asistentes. A pesar de haber estado prevenidos y atentos, Ayala y el pequeño diablo de rubio platino nos la habían liado.
 

 

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