24 May Málaga
El Málaga CF derrota al Zaragoza con una remontada de vértigo en la segunda mitad y saca billete y medio para disputar el play off de ascenso. Ontiveros puso la clase mientras que Renato, Blanco y Adrián pusieron los goles
José Criado / Málaga
Sopla el viento a favor en La Rosaleda. Se escuchan cánticos propios de una batalla legendaria que está por llegar, se sueña y ya hasta se palpa que este Málaga CF va muy en serio, que quiere su trono, su corona, su ascenso. Y lo demuestra de la mejor forma que hay que hacerlo, sobre el verde, con goles, con pasión, con alegría contenida y con abrazos eternos de jugadores, de aficionados y de compañeros. Este Málaga brota fútbol, desprende ilusión y cabecea victorias. Está en la cresta de la ola y emana el olor propio de un equipo que puede, que quiere y que va a ascender. Esta es la crónica de un triunfo más, esta vez sobre el Zaragoza (3-1), pero posiblemente también el capítulo que sirve para desprenderse de todos los complejos que ha venido arrastrando el equipo a lo largo de la temporada.
Es la remontada de los ganadores, de los elegidos para subir. Es el Málaga CF que huele a Primera y que ha enfilado su presa. Prepárense.
Pero deben saber, antes de comenzar, que en el ADN malaguista está escrito que lo que sea que haya que conseguir siempre habrá que sufrirlo. Y por supuesto, tener mil y una decepciones en el carrete de batallas es el segundo apellido de todo buen aficionado blanquiazul que se preste. El Málaga CF es, lo que popularmente se conoce, un 'pupas'. Y lo quiso demostrar como mejor sabe, encajando un gol del Zaragoza nada más empezar y dando claras muestras de que el partido y todas sus expectativas le habían superado.
Fueron los peores primeros 45 minutos de la era Víctor. El carrusel de imprecisiones y de lamentos colapsó al conjunto blanquiazul. Ontiveros no había aparecido, pero los N'Diaye, Blanco, Renato o Mula acumulaban tantos fallos como minutos sobre el verde. Pep Biel aprovechó un cúmulo de esos despropósitos para recoger un balón en el pico del área, zafarse de Cifu con la mirada y colocar con la derecha y gran precisión el gol maño (10').
Fue un bajonazo en toda regla después de cantar el himno a capela y tras corroborar el entusiasmo que ha levantado este nuevo Málaga. Fue un puñal en las esperanzas blanquiazules. Pero si en otra época hubiera reinado el desánimo, el malaguismo no perdió la fe. Aguantó las fechorías de sus jugadores como un padre lo hace con un hijo díscolo. Reprimió sus instintos y esperó al segundo acto con el ceño fruncido, pero expectante.
De hecho, no hubo muchas noticas del Málaga en la primera mitad salvo por un ramalazo de rebeldía de Ontiveros con un disparo lejano, como si estuviera anticipando lo que se venía encima en la segunda parte. A vestuarios se marchó el partido con los lamentos visitantes por un penalti no señalado y con el 0-1. Mucho que cambiar.
Pero la segunda mitad fue otra historia. No se sabe si fue una charla de Víctor terapéutica o si simplemente llegó lo que tenía que llegar. El Málaga se desató, se desencadenó de sus miedos y miró hacia el frente. Y comenzó a brotar su fútbol a borbotones.
Ontiveros comenzó a tomar el mando de las operaciones y ya se sabe en Martiricos que cuando el genio marbellí entra en combustión pasan cositas. Y tanto que pasaron...
Avisó Renato en el 50' con un derechazo potente. Pero su pica en la meta rival llegaría minutos después, tras una jugada colectiva malaguista de banda a banda, con centro de Juankar y remate en el segundo palo del luso. Puede parecer ventajista, pero el portugués parece otro: más rápido, más vertical y con más gol.
El sello diferencia lo había dado Ontiveros en la jugada, y seis minutos después otro toque de genio del '17' bastó para darle ventaja a Adrián, que remató mordido la asistencia del marbellí pero que Blanco rebañó como buen nueve para sellar la remontada (2-1, 60'). Para entonces La Rosaleda ya había recuperado ese estado de locura que otorgan los goles y que tienen un nombre tan placentero: la felicidad.
Pero si hay algo que caracteriza a este Málaga CF de Víctor son sus ansias de victoria. Estos chicos sueñan a lo grande. No les vale con ganar por la mínima, encerrarse atrás y ver pasar los minutos. Como si fuera un reo que recupera la libertad años después de su cautiverio y al que le falta campo para salir corriendo, el Málaga siguió desatado. Tiene déficit de cariño y de alegría esta afición, pero buenas dosis está repartiendo el conjunto blanquiazul estos últimos partidos.
Así, Ontiveros y Juankar pusieron a prueba a Sergio, que tuvo más trabajo del que podría haber pensado en la primera mitad. Pero fue Adrián, con un magnífico derechazo, el que cerró el partido en el 75' con una volea en el borde del área tras un rechazo.
No fue la victoria más redonda y es posible que la más importante aún esté por llegar, pero el triunfo del Málaga CF contra el Zaragoza es un ejercicio de madurez, un esbozo de la temporada final por el ascenso, un salto al frente para confirmar que este equipo va muy en serio y que el que venga en el play off -que puede certificarse este mismo lunes- tendrá que sufrir de lo lindo si quiere arrebatar a toda esta gente el mejor de los tesoros: la ilusión.
FICHA TÉCNICA:
Málaga: Munir; Cifu, Luis Hernández, Pau Torres, Juan Carlos (Ricca, 72'); N'Diaye; Renato (Alejo, 80'), Adrián, Mula (Pacheco, 63'), Ontiveros, y Blanco.
Zaragoza: Cristian Álvarez; Delmás, Guitián, Verdasca, Nieto; Javi Ros, Igbekeme (Marc Gual, 72'); Pep Biel, Raúl Guti, Papunashvili (Pombo, 58') y Álvaro Vázquez (Eguarás, 80').
Goles: 0-1 (10') Pep Biel; 1-1 (54') Renato; 2-1 (60') Blanco Leschuk; 3-1 (75') Adrián
Árbitro: Trujillo Suárez (C. Canario). Amonestó a Papunashvili (2'), Ontiveros (50'), Guti (77'), Nieto (83')
Incidencias: Se homenajeó a la familia Pérez Frías antes de comenzar el partido. La Rosaleda, 18.970 espectadores.